29 abril 2010

Sawasdee (escapada a Tailandia). 2ª parte.





A pesar de los estragos que sigue haciendo el jet-lag consigo levantarme temprano para pasear por los alrededores del hotel Sheraton Royal Orchid. Son mis últimas horas en Bangkok y quiero aprovecharlas con tranquilidad, sin ningún propósito concreto, tan sólo pasear y observar. También quiero solazarme con la hermosa vista sobre el río Chao Phrya que la ventana panorámica de la habitación de hotel –situada en la planta 18- me ofrece. Una vez más una enorme barcaza con dimensiones de trasatlántico (bueno, quizá exagero algo) se desplaza transportando lejos de la capital los muchos residuos urbanos que se generan en esta gran urbe. En el embarcadero cercano al hotel una pareja de rubios turistas acceden a una pequeña embarcación, probablemente para iniciar el bello paseo por el río y los canales que yo realicé ayer.

Cierro la maleta tratando de guardar en ella infinidad de recuerdos –mentales más que físicos- y bajo a recepción para reunirme con el resto del grupo y emprender el traslado al aeropuerto, donde tomaremos vuelo hacia Chiang Mai.

Al llegar a la sala de embarque, un par de sorpresas; mucha gente –yo esperaba un pequeño avión de no más de 100 pasajeros y no, es un airbús de más de 200- y además, la mayoría jóvenes ¡y vestidos iguales! Alguien pregunta y nos enteramos que se trata de una especie de viaje de estudios de una escuela universitaria. Todos, incluso quienes por su edad creemos serán profesores acompañantes, visten un polo verde claro con un gran tigre bordado en la parte izquierda. Se rebosa sobria alegría, ya que no son escandalosos. Fotos por aquí y por allá con los dedos en V. Sonrisas, muchas sonrisas. La sobriedad a la que me refería se rompe por un momento y la alegría se desborda. ¿Qué ha podido ocurrir para que estalle esa algarabía? Ni más ni menos que una estrella de la televisión, ex miss Tailandia, llamada Pranadda, ha entrado en la sala, provocando la alegre sorpresa entre los jóvenes, que saltan, gritan y le piden fotografiarse junto a ella. Osea, como probablemente en cualquier otro lugar del mundo al ver a alguien famoso para los adolescentes. Alguno de nuestro grupo tampoco quiso perder la oportunidad de inmortalizarse al lado de una celebridad thai.

Tras algo más de una hora de simpático y apacible vuelo (a bordo continúan las poses y las fotos de los jóvenes “tigres”) aterrizamos en Chiang Mai. Antes del viaje nos habían advertido de que en el norte las temperaturas podrían bajar incluso hasta los 10-12 grados, pero nada, sigue el calor, eso si, menos pegajoso –menor humedad- que en Bangkok.

Chiang Mai es la segunda ciudad en importancia de Tailandia, situada al noroeste del país y puerta de entrada a las atracciones –naturales y turísticas- del exótico norte tailandés. Su población roza el millón de habitantes y dispone de una adecuada infraestructura que le permite recibir un buen número de turistas extranjeros y también provenientes de la propia Tailandia, principalmente de Bangkok. Su origen se remonta al siglo XIII y está plagada de importantes y atractivos templos budistas.

Nos dirigimos a Wat Prathat Doi Suthep, importante centro de peregrinación situado en una colina en las afueras de la ciudad. El acceso se realiza a través de un pequeño funicular y al llegar se pueden observar magníficas vistas sobre la ciudad. La visita es muy interesante y la bajada se hace a través de unas larga pero cómoda escalinata, que bajamos sin prisas observando los puestecillos de comida y souvenirs que se implantan a cada lado, y observando curiosos los bailes de unas lindas y jovencísimas aprendices de danzas típicas.

Otros templos que merece la pena mencionar y visitar son Wat Pra Singh, Wat Chiang Man y Wat Chedi Luang. En ellos veréis a muchos monjes budistas con sus túnicas características.

De noche es una ciudad tranquila, pero no le faltan centros de animación (bares con música en vivo y alguna discoteca) y sobre todo el bazar nocturno, donde se pueden comprar objetos típicos y artesanía de la zona y sus alrededores.

La primera noche asistimos a la típica cena kanthoke, con música y danza de las tribus del norte en el centro cultural Old Chiang Mai. Bien la cena, con un sistema que aquí conocemos a la perfección; raciones al centro de la mesa para compartir, y bien el espectáculo, con bellísimas jóvenes ornamentadas con sus atuendos tradicionales y unas largas uñas que se movían a la vez que contorsionaban sus muñecas de una manera casi imposible.

Puedo hablar poco de las tribus del norte, ya que no realizamos ese recorrido, pero por lo escuchado y por la documentación, sólo deciros que merece muy mucho la pena llegar hasta Chiang Rai y adentrarse hasta “el norte del norte”.

Al siguiente día salimos en microbús con dirección al campo de elefantes de Mae Taman. Parada en un pueblecito para admirar un mercado autóctono y continuación hasta adentrarnos en la naturaleza atravesada por un río donde los elefantes hacen las delicias del turista bañándose y disparando chorros de agua con sus trompas. Asistimos al espectáculo que nos brindan los paquidermos; juegan futbol y baloncesto, hacen ballet, cantan e incluso pintan. Está simpático, pero he de decir que me generó la controversia respecto al posible trato que estos emperadores de la selva hayan podido recibir para aprender a hacer tantas cosas.

Nos montamos a pares en una carlinga colocada al efecto a lomos del impresionante animal, atravesamos el río, nos adentramos en la selva y a disfrutar del paisaje y la tranquilidad del paseo.

Tras este maravilloso recorrido que nuestros gigantes amigos nos han brindado, nos montan en una balsa de juncos y navegamos lentamente río abajo. A mitad del recorrido se nos acerca una señora con una nevera y nos ofrece, a módico precio, unas latas de cerveza Singha que disfrutamos bajo el calor natural que el sol de mediodía nos proporciona.

Para terminar la aventura, un recorrido en carro tirado por bueyes (o algo parecido), compra de souvenirs y de alguna típica foto que nos hayan podido hacer a lomos de los elefantes, y partimos hacia una plantación de orquídeas donde nos sirven un almuerzo thai. No está mal, aunque no es de los mejores que hayamos podido probar. Un paseo para observar las bellas flores, que al parecer exportan a un número importante de países, y regresamos a Chiang Mai.

Si bien hemos realizado las típicas actividades para el turista, he de reconocer que ha sido un día divertido. Una simpática cena entre amigos que culmina con música en vivo por parte de una banda local en un lugar de moda regentado por un australiano y podemos decir que ha merecido la pena la estancia en Chaing Mai. Ah, se me olvidaba un fantástico masaje de píes en el hotel Ratilana. Y mañana, a Phuket.

José Manuel Lastra Picazo

P.D. Lamentablemente en los últimos días se están produciendo una serie de acontecimientos de origen político que han derivado hacia enfrentamientos en las calles de Bangkok, con fallecidos y heridos de consideración. Al parecer no hay evidencia de que esta situación se esté trasladando a otros lugares de Tailandia, pero lo cierto es que el Ministerios de Asuntos Exteriores español desaconseja, en tanto no se calme la situación, viajar a Tailandia. Me resulta imposible mezclar violencia con Tailandia pero los hechos son los que son, si bien gran parte del sector turístico que mantiene relaciones con este país tienen bastantes reservas respecto al exceso de dicha recomendación. Estoy seguro que, en breve, podremos volver a visitar ese maravilloso lugar llamado Tailandia. De verdad, no os lo perdáis.

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